Aunque era un hada alada y yo seguía siendo nada no importó. Éramos parte del mismo colchón hasta que juró : "Nos querremos más que nadie pa que no corra ni el aire entre tú y yo." Sentí que me iba faltando el calor ...
Y digo yo, ¿qué coño le pasará que ya no sale a volar?
Tal vez le mojó las plumas el relente de la luna, le volvió loca el sonido de las gotas de rocío cuando empieza a clarear, y aún no se ha dormido. Y le hizo un trato al colchón; con su espuma se forró el corazón. Anoche era de piedra y al alba era de mimbre, que se dobla antes que partirse.
"Marea - Corazón de Mimbre"
"Amaneció. La vi irse sonriendo, con lo puesto, por la puerta del balcón,
el pelo al viento, diciéndome adiós, porque decidió que ya estaba hasta las tetas de poetas de bragueta y revolcón, de trovadores de contenedor ..."
Cuando, en otra entrada, comentaba que la versión de los Gipsy Kings estaba, como mínimo, a la altura de la original, lo decía muy en serio. Me parece una versión tan fresca y diferente que, si no la iguala, desde luego está muy cerca, incluso aunque no se le entienda un carajo al cantante, a pesar de cantar en español.
El problema es que nunca una versión podrá superar a la original por muy buena que ésta sea, porque su espíritu se pierde durante la transición. Y para muestra, un botón.
La verdad, ha sido una semana de entradas lo suficientemente intensa, al menos para el que suscribe, como para que me decidiera a descansar el día de ayer y me planteara hacer lo mismo durante el resto de la semana.
Pero entonces sonó esto.
"The Verve - Bitter Sweet Symphony"
"No change, I can't change. I can´t change but I'm here in my mold.
I am here in my mold but I'm a million different people from one day to the next. I can't change my mold.
"Existe, de hecho, jueces, una ley no escrita, si no innata, la cual no hemos aprendido, heredado, leído, sino que de la misma naturaleza la hemos agarrado, exprimido, apurado; ley para la que no hemos sido educados, sino hechos, y en la que no hemos sido instruidos, sino empapados."
Cicerón.
"Johann Sebastian Bach - Jesus bleibet meine Freude, BWV 147"
Hubo un día en que creí haberlo entendido. Creía que esto iba sobre el pasar página, sobre el entender que el verano acabó, y además hace ya mucho tiempo. Creía que iba sobre aceptar que no podría ser de otra manera; que la vida es cíclica, que sólo es un verano másy que quedan cientos de veranos por vivir, seguramente mucho mejores que éste.
¡Ay del desánimo! Que no puede conmigo ...
Sí, creía que esto iba sobre pensar en los días despejados y en las noches estrelladas, aún más claras, y sonreír al hacerlo.Creía que iba sobre estremecerte al recordar esa brisa que te rozaba la cara, que jugaba con tu pelo, que te erizaba la piel, y borrar de la memoria, al tiempo, el frío que la misma te transmitía cuando empezaba a anochecer. Creía que esto iba sobre aprender a oler las flores.
¡Ay del destino! Que no juegue conmigo ...
Y no, no he dejado de creerlo. Sigo pensando que es muy posible que ese sea su único significado. Y sin embargo, sin saber por qué, últimamente no paro de pensar que puede que todo sea mucho más sencillo e, irónicamente, obvio que todo eso. Puede que sea simplemente otra realidad. Quizás, la que no podía ser. A lo mejor, la que está, de hecho, siendo, en algún otro lugar. Realidad, al fin y al cabo.
Hay un brillo mágico que alumbra mi camino ...
Es la realidad del final feliz. La realidad en la que el verano nunca termina; en la que el verano crece y se hace fuerte; en la que le copia el disfraz al otoño pero se lo ata bien fuerte para que no se le caiga, como a él; en la que aprende, de la primavera, a florecer, pero a evitar las tormentas también; en la que se enfría como el invierno, pero se pinta de blanco a su vez ...
Y el fuego del infierno ya es solo humo ...
Y hoy me siento bien al pensar que, quizás, en algún otro planeta,
en otra galaxia, en otro universo, existe un lugar en el que
se dan las condiciones necesarias para que el verano dure eternamente.
"Extremoduro - Coda Flamenca : Otra realidad"
"Agarrados del aire viviremos; no me importa adónde vamos.
Apriétame bien la mano que un lucero se me escapa entre los dedos.
Agazapado, espero como un arraclán, bajo las piedras escondido.
Es el invierno más duro de todos. Se apropia de las cosas y las pinta de blanco, para marcarlas. Castiga con severidad la insolencia de quien osa hacerle frente. Arrasa, a su paso, con todo. Los animales se esconden, los árboles se hacen los muertos y el cielo se borra, para no meterse en líos. Ni siquiera las estrellas, en superioridad, se atreven a salir a hacerle frente; es el invierno más duro de todos.
Acostumbrado a escapar de la realidad, perdí el sentido del camino.
Es el invierno más frío de todos. Te das cuenta de que el sol no está de vacaciones; ha sido despedido. Sólo hay oscuridad, silencio y frío, demasiado frío. Metes la cabeza bien adentro de la manta pero no consigues entrar en calor. El frío es, además, húmedo. Te hiela, te congela. Atraviesa tu piel, varias veces, y se te mete hasta los huesos; te apuñala, te apuñala pero no termina de matarte, no terminas de morir; es el invierno más frío de todos.
Y envejecí cien años más de tanto andar perdido.
Es el invierno más largo de todos. Pasan los años y sigue en pie, dominante. Se burla del tiempo porque sabe que nadie vendrá a reemplazarle. La primavera no encuentra el camino, el otoño es un cobarde, y el verano ... bueno, el verano está ya demasiado lejos para oírte. Te das cuenta de cuánto lo echas de menos, pero ya es demasiado tarde, así que vuelves a meter la cabeza bien adentro de la manta y envejeces; es el invierno más largo de todos.
Y rebusco en la memoria el rincón donde perdí la razón ...
"Extremoduro - Cuarto Movimiento : La realidad"
"Sin ser, me vuelvo duro como una roca,
si no puedo acercarme ni oír los versos que me dicta esa boca;
y ahora que ya no hay nada, ni dar la parte de dar que a mí me toca,
por eso no he dejado de andar, buscando mi destino, viviendo en diferido,
El otoño empieza a perder su encanto. El color rojizo con el que los árboles se tiñen empieza a parecerte demasiado oscuro. El sol se ha ido de vacaciones y no está claro cuándo piensa volver. Las hojas secas cubren la hierba, pero sólo por momentos; no pueden reemplazarla, ni formar parte de ella, porque el viento pronto se las lleva a otro lugar.
Luz, si fuera el cielo azul, si enloqueciera...
Y tú, en el fondo, te alegras de que el viento haga bien su trabajo. Te alegras porque tú no quieres un montón de hojas en tu jardín; porque su textura no puede compararse con la de la hierba fresca recién cortada, porque sus olores jamás podrían competir de igual a igual. No las quieres porque unas significan la muerte y la otra la vida eterna. Luz, maldita sea la luz que me desvela...
Lo peor es que el otoño también parece tener prisa, como si llegase tarde a algún lugar. Pasa incluso más fugaz que el verano. No camina; corre a toda velocidad, como si huyera de algo.
No, aquí no ve, y la luz se desespera... Y sí, huye de alguien; del invierno que le acecha, que le espolea con su frío, que le persigue durante unos cuantos metros más para meterle miedo, para ahuyentarle, para que se aleje y no se atreva a volver nunca más, porque el invierno se ha encaprichado de este sitio y no tiene ninguna intención de abandonarlo.