lunes, 29 de octubre de 2012

Dulce introducción al caos

¿Cómo quieres que escriba una canción si tu a lado no hay reivindicación?

Todo empieza con una leve brisa que te roza la cara en un día de verano. Te gusta porque es una nueva sensación, y es agradable; es diferente. La brisa trae consigo una llovizna pero a ti no te molesta. Definitivamente no te gusta la lluvia, pero ésta te refresca sin llegar a enfriarte, te moja sin llegar a empaparte. Casi das gracias al cielo por el cambio y te dejas llevar.

La canción de que el tiempo no pasara, donde nunca pasa nada.

Pasan los días y disfrutas del verano. Disfrutas del sol y del calor, de los días despejados y de las noches estrelladas, aún más claras, y lo disfrutas mucho más por esa brisa que no deja de acompañarte, que se desliza por tu rostro, que juega con tu pelo. Te acostumbras a su presencia, te acomodas.

¿Cómo quieres que escriba una canción si tu a lado he perdido la ambición?

El tiempo avanza y el clima cambia a su vez, convirtiendo, por momentos, la brisa en temporal y la llovizna en aguacero. Pero aún es verano, sólo son caprichos del cielo. Ni siquiera buscas cobijo cuando llueve porque sabes que son sólo unas nubes. Sabes que antes o después amainará. Además, no vas a permitir que unos nubarrones estropeen tu estación favorita del año, incluso aunque esté siendo un verano especialmente lluvioso, con más días oscuros de los que cabría esperar. Pero no te importa. De alguna manera, está siendo el mejor verano de tu vida.

La canción de que el viento se parara, donde nunca pasa nada.

Y entonces, el día más inesperado, despiertas, y te das cuenta de que el verano ha terminado.



No, no hay esa canción...



"Extremoduro - Dulce introducción al caos"


"Se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas.
Se paró el aguacero, ahora somos, flotando, dos gotas.
Agarrado un momento a la cola del viento me siento mejor,
me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor.
¡Volar! ¡Volar!"

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